martes, 9 de marzo de 2010

Vive y Deja Vivir II


El Caso expuesto anteriormente es una muestra de cómo se pueden poner de acuerdo dos bandos evidentemente contrarios : El Bien y el Mal. Pero estos bandos o fuerzas no sólo se contraponen, podemos afirmar que se complementan; es en esto ùltimo donde surgen los inconvenientes (principalmente n la experiencia de fe), pues vivimos en un mundo que sufre el mal, que busca la manera de exorcisarlo, de defenderse de él, pero no encuentra la técnica indicada; entonces trata de alejarlo de sì, de proyectarlo en un sitio, en un lugar, en una persona o grupo de personas, se enzaña en combatirlo y termina dandole fuerza y haciendolo centro del escenario mundial.
Nos resulta muy dificil integrar el mal. Aquel mal que está dentro de nosotros y a nuestro alrededor, ese que vemos y el que sospechamos, el que en ocasiones quiere e invade nuestros espacios internos y el que nos viene cargado encima por los demás, el que logramos decir y el inconfesable, el que conocemos y el que permanece incógnito, pero igualmente presente y activo.
Es necesario que integremos el mal, pues solo toda la Vida, la existencia en su totalidad, habla de un Dios en su totalidad amante, como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Integrando el mal en nuestra vida podremos vivir en plenitud.

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